Shin Osaka - Nara - Hiroshima. 16 de agosto.

Hoy hemos dormido un poco más y el desayuno no estuvo tan bueno como en días anteriores. Yo cogí el último pan que había, y a medida que se acababan las cosas no las reponían. Migue solo pudo tomar café.

Salimos hacia la estación y cogimos el tren de las nueve y media hacia Nara y llegamos una hora después. Dejamos las maletas en el centro de información pues las taquillas de la estación estaban llenas. Cogimos un mapa y nos explicaron la ruta de las principales atracciones que se visitan. Nara fue capital de Japón entre los años 710 y 784 lo que la convirtió en cuna de la cultura, arte y artesanías japonesas.

Todos los monumentos que visitamos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad. Unos veinte minutos caminando llegamos al templo Kofukuji con una pagoda de cinco pisos que es el símbolo de la ciudad. Hay varios pabellones con estatuas de Buda y sus guerreros y también visitamos el museo que recoge el tesoro del templo con budas, guerreros y discípulos hechos en madera dorada.

Seguimos el recorrido hacia el templo Todaiji dedicado a la imagen de Daibutsu  o Gran Buda. El templo tiene dos récords mundiales: el del Buda de bronce más grande y la construcción de madera más grande. Se terminó de construir en el año 752 pero dos veces se incendió y fue reconstruido en el año 1692 a dos tercios de su tamaño original. Realmente impresiona mucho el tamaño del Buda de bronce y de las imágenes que lo acompañan. En el templo hay un pilar de madera con un agujero en la base que tiene las mismas dimensiones que los orificios de la nariz del Buda por el que sí logras pasar llegas a la iluminación.

Muchos lo intentan, sobre todo los niños, que lo pasan con facilidad. Yo logré pasarlo con poca dificultad aunque me dejó una buena marca en el brazo unos cuantos días. En los alrededores de todos los templos y en el parque de Nara se pueden ver cientos de ciervos a los que los turistas alimentan con galletas. Según la leyenda, el dios Takemikazuchi llegó a Nara sobre un ciervo blanco para custodiar la ciudad y desde entonces el ciervo se ha considerado un animal celestial, mensajero de los dioses.

Siguiendo el camino entre escaleras se llega a los templos Nigatsudo y Sangatsudo desde los que se tienen vistas de la ciudad. Cerca de allí visitamos el Gran Santuario Kasuga, levantado en el año 768 y uno de los más célebres santuarios sintoístas de Japón. Sus edificios lacados de color rojo vivo forman un contraste llamativo con la vegetación del lugar. 1 800 linternas de piedra bordean el recinto del santuario y un millar de linternas de metal están colgadas en los aleros de sus corredores.

Volviendo hacia la estación nos desviamos para ver el templo Gangoji, el primer templo budista de Japón. Sólo queda el atrio principal que fue usado como dormitorio de los monjes y en el museo se puede ver una maqueta de la pagoda original.

Llovía un poco mientras caminábamos de vuelta a la estación. Cogimos las maletas y reservamos asientos en el tren hacia Hiroshima donde pasaríamos dos noches. Compramos unas cajas de Bento, la del Migue tenía rollitos de arroz, y la mía un poco de pollo, rollitos de arroz, fideos con carne y salchichas. Más barata y variada.  La comimos sentados en el tren esperando a que saliera y ya no cenamos.

Llegamos tres horas después a Hiroshima y no teníamos el mapa del hotel, así que buscamos información turística y allí nos explicaron cómo llegar. Nos duchamos, preparamos la ruta y nos fuimos a dormir.




























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